Numerosas investigaciones afirman que una adecuada inteligencia emocional tiene un efecto relevante en multitud de variables psicológicas.
No obstante, también se evidencia esta influencia positiva en el ámbito educativo, como por ejemplo en el rendimiento académico satisfactorio. Es por ello por lo que fomentar la educación emocional en el aula ha de ser un aspecto primordial del currículo. Reconocer las propias emociones, su regulación y su adecuada gestión contribuirá no solo a potenciar el rendimiento, sino también a gestionar de forma adecuada el propio talento personal del alumnado.